Jueves 28 de agosto de 2014
( Por Gabriela Urrutibeheity ) .
DOLORES, 27.08.14.- La figura de Juan Carlos Greco fue una constante en los testimonios que hoy se escucharon en la sala de audiencias de los tribunales de Dolores en el marco del juicio que se le sigue a Fermín Basualdo por imposición de torturas seguida de muerte a Emilio Blanco.
En jornadas anteriores, Greco había sido caracterizado como un informante de la policía que, según indicaron varios uniformados, vivía en la sub DDI, aunque nunca se aclaró del todo en carácter de qué.
Mientras que los policías que habían ido declarando hasta el momento lo caracterizaban como una especie de testigo protegido –“lo teníamos que cuidar” insistieron varios de ellos- que trasladaron a la dependencia por comodidad operativa ya que habitaba en un vagón del ferrocarril, los civiles lo sindicaron como una persona violenta que amenazó en la escuela a los compañeros de Emilio.
El otro hilo que terminó de quedar al descubierto fueron las tremendas deficiencias en la investigación, incluyendo las irregularidades registradas en la preservación de la zona donde apareció el cuerpo –tal como se vio en las imágenes exhibidas en la jornada anterior por el periodista Ángel Páez Bruno- y las presiones que sufrieron algunos testigos.
Pablo Telechea indicó que Greco lo amenazó con agredir a su familia si no declaraba que él había entregado a Emilio Blanco a la salida del club Bochístico, donde la noche del crimen se llevaba adelante un acto de campaña de Raúl Alfonsín.
Uno de los testimonios más conmovedores fue el de Matías Donadío, uno de los dos amigos íntimos de Emilio, con los que había ido a encontrarse la noche en que fue muerto. Donadío, quien se quebró en varios pasajes de su testimonio, relató los últimos momentos que pasó junto a su amigo y de qué manera se enteró de su muerte. Insistió en que Emilio no tenía ninguna razón para ir por el lado de las vías y tampoco para concurrir al acto que se realizaba en el Bochístico y señaló el camino que más habitualmente hacía –o hubiera hecho Emilio- para llegar al lugar de encuentro que habían fijado la tarde anterior.
Donadío relató de qué manera los policías que le fueron tomando declaración con posterioridad al hecho intentaron inducir su declaración. “Me hacían preguntas sobre la sexualidad de Emilio, sobre si era homosexual y sobre si se podría haber suicidado”, explicó.
“Hacían preguntas para que dijéramos lo que ellos querían”, insistió. Incluso, dijo, aun siendo menor, pretendían que su padre no estuviera presente en la declaración que, insistió, respondía a preguntas direccionadas exclusivamente hacia la hipótesis del accidente o la del suicidio. “Querían inducirnos las respuestas”, señaló.
En cuanto al ya fallecido Greco, indicó que lo perseguía y lo amenazaba, llegando a presentarse en su propia casa o en el colegio al que concurría. “Gritaba que Walter o yo lo habíamos matado”, relató. Ante estas amenazas, hizo denuncias en la comisaría pero nunca le pusieron custodia o se tomó alguna otra medida para protegerlo.
Por su parte, Walter Bonora, el otro amigo que prestó declaración, lo hizo en términos similares a los de Donadío, corroborando lo que hicieron esa tarde y la forma en que fueron interrogados, sesgando las preguntas en un solo sentido.
Corroboró los dichos sobre Greco, sus amenazas y persecuciones. “Estaba para embarrar la cancha”, dijo, al tiempo que estimó que “está clarísimo que Greco conocía perfectamente la causa”.
Otro elemento importante fue presentado por Víctor Zubizarreta, compañero de trabajo de Elías Blanco. Señaló que una mujer llamada Marta Costera le dijo que a las 10 de la mañana del domingo cuando apareció el cuerpo, vio a Basualdo frente a su casa, hablando muy nervioso con otra persona. La casa de la mujer queda muy cerca de la Escuela 1, en el recorrido que los amigos indicaron como el que debería haber hecho Emilio la noche del sábado para ir a encontrarse con ellos.
También indicó de qué manera se estaban haciendo las primeras actuaciones en el lugar en que se encontró el cuerpo. “Estaba lleno de gente, nadie tenía guantes”.
Por su parte, Matías Etchegaray, el remisero que dio aviso a la comisaría cuando divisó el cuerpo, relató de qué manera la policía lo intimidó al momento de prestar declaración. Al firmar el documento, dijo que él había visto el cadáver a las 8.15 pero que le consignaron 8.30 y no lo modificaron; también que había visto el cuerpo a 50 metros y no fue eso lo que dijo. “Tenía miedo, tenía 22 años”, dijo.
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